Queridos amigos,  

En Nicaragua, el año 2020 fue extraordinariamente desafiante. Además de la pandemia y la recesión económica que la acompañó, enfrentamos el golpe de dos huracanes consecutivos, Eta e Iota, que arrasaron comunidades enteras en la región del Caribe, haciendo difícil permanecer con esperanza. 

Sin embargo, a pesar de las pérdidas y dificultades, fui testigo de la extraordinaria generosidad y compromiso de cientos de personas de buen corazón, quienes contribuyeron sin pensarlo para apoyar nuestro fondo de ayuda de emergencia. Gracias a ellos, logramos recaudar más de $2.5 millones en cuestión de meses, permitiéndonos llevar ayuda humanitaria a miles de familias viviendo en pobreza y en condiciones altamente vulnerables. El desborde de ayuda renovó la esperanza en Nicaragua. 

En medio del temor por el nuevo coronavirus, nuestro equipo no dudó en trasladarse hasta las comunidades más aisladas y afectadas para entregar paquetes de emergencia. No cabe duda que los tiempos de crisis revelan el verdadero carácter de una persona; desde el personal de bodega empacando miles de cajas de ayuda humanitaria, hasta nuestros supervisores de proyecto ayudando a reconstruir escuelas y hogares, observé un equipo más comprometido y motivado que nunca. 

Fue un honor trabajar con nuestros socios locales. A pesar del peligro, sacerdotes, religiosas, y misioneros, ayudaron a evacuar familias, brindar albergue y cargar en sus hombros alimento para quienes esperaban en los techos de sus viviendas completamente sumergidas en agua. Sus historias inspiraron a muchos a donar sin precedente. 

Quiero expresar mi más profunda gratitud al equipo de ANF, nuestros socios y en especial a nuestros donantes. Cada uno de ustedes hizo que lo extraordinario ocurriera, transformando la angustia en esperanza. 

Que Dios bendiga sus generosos corazones.  

Lee el Informe Anual 2020 a continuación.